lunes, 11 de abril de 2011

Lo que importa no es estar delgada, sino estar buena

Esta asombrosa frase se podía leer en un cartel DIN-A4 horizontal colgado en el corcho de uno de los departamentos de la empresa en la que trabajaba. Por aquel entonces, todo era aparentemente normal (más o menos): un departamento compuesto íntegramente por mujeres jóvenes, a las que les gustaba, cómo a muchas otras, ser admiradas por su físico y su simpatía.
Pero ahora, después de muchos años, cuando pienso en aquello, me doy cuenta de que la frase formaba parte de un plan mucho más complejo, una estrategia que, aplicada con perseverancia e insistencia, daría sus frutos.
Estar delgada. Hoy en día, todas queremos estar delgadas. Vamos a comprarnos ropa y queremos que nos quede bien. No nos gusta ver cómo los michelines desbordan por encima de la cintura del pantalón o de la falda. No nos gusta ver cómo los brazos van hinchándose hasta perder el tono, ni enseñar las piernas cuando llega el verano. Y creemos que si estamos delgadas, estaremos buenas.
Pues bien, esas chicas descubrieron que no todo pasa por estar delgada, y dieron con la que sería la piedra filosofal de sus carreras en la empresa: pusieron todo su empeño en estar buenas. Estar buena no es tarea fácil, e implica dominar toda una serie de habilidades tanto físicas como emocionales. Está lo obvio, como vestirse, maquillarse y perfumarse bien. También incluye dominar el lenguaje del cuerpo: trabajar la sonrisa, la mirada, la expresividad de las manos… Pero nada de esto servirá si no tenemos un objetivo.
Las chicas que colgaron el cartel conocían bien su objetivo, y la estrategia les salió perfecta (a unas más que a otras).
A mí, que siempre lo vi desde fuera, esta frase siempre me definirá lo que fue trabajar en esa empresa.

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