martes, 25 de marzo de 2014

Clínica del Pilar sí, Clínica del Pilar no

Durante todo el embarazo la futura madre tiene varias preocupaciones, la principal, relacionada con el parto y todo lo que comporta. No sabes cómo será, cuánto va a doler, si el bebé va a salir por donde debe o, por el contrario, va a ser necesaria una cesárea, con todo lo que conlleva. Y, culminando todo esto, si el centro que el ginecólogo ha escogido para el parto estará a la altura de las necesidades de la madre, o bien ésta será tratada sin miramientos, como una parturienta quejica más.

Desde que se confirmó mi embarazo, mi médico anunció que mi bebé nacería en la Clínica del Pilar. Como toda madre primeriza, estuve preguntando aquí y allá sobre las bondades del centro, e informándome en foros especializados. Ya se sabe que en Internet se encuentran más cosas malas que buenas, y si se busca con insistencia, se encuentran todo tipo de experiencias horripilantes que echan para atrás a cualquier embarazada.  Las historias sobre la Clínica del Pilar no iban a ser menos, así que decidí confiar en mi médico y no leer nada, dispuesta a aceptar lo que sucediera con buena voluntad.

Y por fin, durante el puente de Todos los Santos, mi niña decidió salir. Y yo, tanto que había confiado en mi médico y en el centro que él había escogido, me encontré con que estaba fuera de la ciudad y que no iba a venir a atender el parto. Llegué al hospital a las 6:30 de la mañana y me pusieron el monitor con las típicas correas. Para mí que pensaron que era la típica primeriza que con un dolorcillo se asusta y va corriendo al hospital. Llegó la comadrona no de muy buen humor, pues la habían sacado de la cama y había tenido que ir corriendo al hospital, y todo, como después ella misma reconoció que pensó, por una primeriza que seguro que había que mandar a casa. Sin embargo la cara le cambió cuando comprobó que la primeriza estaba dilatada de 5 centímetros, y que ya podía ponérsele la epidural. El parto tengo que admitir que fue rodado, y tan sólo pasé 47 minutos de reloj en el paritorio haciendo pujos. Tengo que agradecer infinitamente al equipo de partos, a la comadrona y a la doctora de guardia que me atendió, que hicieran todo lo posible para evitar un desgarro. Por tanto, no tengo más que buenas palabras para hablar de mi experiencia de parto en la Clínica del Pilar.

Luego, el personal de la nursery de planta… aysh, ése ya fue otro cantar. Mala información y falta de atención hacia los padres era la tónica general de esa enfermería dedicada a bebés. Una te decía una cosa, y la siguiente otra diferente. En general, todas bastante bordes, y hasta enfadadas de que las llamaras para preguntarles qué había que hacer (¡somos padres primerizos!).

Hubo muchas cosas que no me gustaron, pero resaltaré específicamente dos, que en realidad están relacionadas entre sí. El mayor problema que se encuentra la recién estrenada madre es la lactancia, para la que nadie te prepara realmente. Al cabo de un tiempo, después de mucho leer y tras la visita con tu pediatra, te enteras de que existe una cosa que se llama la confusión tetina-pezón, por lo que es muy importante que el bebé no use ni tetinas ni chupetes durante su primer mes de vida. El riesgo de no hacerlo: que no se te coja bien al pecho y que no aprenda a succionar adecuadamente, que termina siendo la principal fuente de preocupación después del parto. Pues bien, en la Clínica del Pilar, durante una noche especialmente dura en la que el bebé no dejaba de llorar, nos dieron un biberón con leche de formula (¡mal, tetina no!) y también nos dijeron que le pusiéramos chupete, porque eso les calmaba (¡mal!). A ver, enfermeras de la nursery: ¿no se les da una formación específica para cuidar de los bebés recién nacidos? Pues no lo parece.

Así que en conclusión, en la Clínica del Pilar sin duda repetiría en el paritorio, pero después iría con muchísimo ojo con ‘los cuidados’ de las enfermeras de la nursery.

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